El planteamiento del Monográfico “Migraciones,
Trabajo y Cadenas Globales Agrícolas” publicado en el último número de la
revista Política y Sociedad (se puede descargar íntegramente en Política y Sociedad Vol 49 realizado en el marco del Proyecto de Investigación
ENCLAVES, se
fundamenta en toda una corriente de investigación social sobre los enclaves
agrícolas globales y su aportación al conocimiento de las relaciones entre
migraciones transnacionales, reestructuración global y territorio.
En
los estudios urbanos existe una importante tradición que ha venido vinculando
los procesos de reestructuración global con los cambios urbanos y las migraciones
transnacionales. Las investigaciones sobre las denominadas ciudades globales
(global cities) y ciudades-puerta (gateway cities) son la muestra más clara de
los avances de la investigación en ese campo. Estos estudios sobre las ciudades
globales han relacionado el asentamiento de migrantes y las conexiones
migratorias con la reestructuración de los mercados de trabajo urbanos inducida
por la progresiva globalización de estas economías urbanas progresivamente
desvinculadas de la lógica estatal-nacional (véase los trabajos de Saskia
Sassen, entre otros). Esta desvinculación del territorio estatal-nacional y su
conexión con el espacio de los flujos globales llevó a los investigadores de
las ciudades globales a mostrar la discontinuidad de los espacios dentro del
estado nacional, rompiendo de esta forma con las visiones homogeneizantes del
espacio contenido en las fronteras estatal-nacionales. Estas metrópolis
ocupaban un lugar central no tanto en el territorio del estado nacional sino
más bien en las jerarquías de poder y en los circuitos del capital global.
Desde el campo de la investigación social sobre las migraciones
transnacionales, estos estudios sobre las ciudades globales han sido
bienvenidos e incorporados en la medida que permitían pensar la relación entre
cambios urbanos, migraciones transnacionales y globalización.
La
privilegiada atención que han puesto los investigadores sobre migraciones en
las investigaciones de las ciudades globales, les ha llevado a menudo a
desatender la tradición de la sociología rural que viene prestando en las
últimas décadas un incisivo esfuerzo de investigación sobre los procesos de
reestructuración global de las localidades rurales y su vinculación con el
asentamiento y conexión de flujos migratorios en estos espacios rurales
globalizados. Estos estudios lo que están aportando es precisamente un
conocimiento que posibilita una mayor consideración de la diversidad de los
contextos territoriales que están siendo reestructurados por las fuerzas
globales y conectándose de esa forma con las migraciones transnacionales. Un
buen ejemplo de esto son los estudios sobre los nuevos espacios productivos
agroalimentarios, los cuales aparecen como una discontinuidad dentro del
territorio estatal-nacional en el que se emplazan dada su conexión a las
denominadas cadenas globales agrícolas, requiriendo para ello de una
movilización transnacional de fuerza de trabajo abundante. Los artículos que se
presentan en este monográfico abordan algunos de los diversos y heterogéneos
rasgos de esta compleja relación entre los nuevos espacios productivos y las
migraciones internacionales.
La
cuestión de la sostenibilidad social es una preocupación central en las
aportaciones de la sociología de los campos de la globalización
agroalimentaria, al preguntarse por el diseño de las formas de organización social que se
derivan de determinadas opciones de desarrollo, de organización del trabajo o
de implementación de políticas institucionales. John Steinbeck
(1936/2007)[1],
en su reportaje periodístico sobre los trabajadores inmigrantes procedentes del
Medio Oeste americano que concurrían en las cosechas californianas durante la
Gran Depresión de los años 30, y que daría lugar a la gran obra literaria de
Las Uvas de la Ira, recoge las impresiones y experiencias vitales de la
consolidación de un tipo de agricultura intensiva en el californiano Valle
Imperial basado en la gran explotación capitalista, la relación salarial y la
movilización de ingentes cantidades de trabajadores migrantes. En estas características
reconocemos una norma de trabajo que prolifera en la actual era de
globalización agroalimentaria por los diferentes contextos locales.
Resulta
interesante detenerse en la preocupación política que expresa Steinbeck sobre
el modo de agricultura intensiva y su norma de trabajo pues, leída desde hoy,
sigue conservando una enorme validez
para pensar la problemática de la sostenibilidad social en las nuevas
agriculturas globales:
“Cuesta creer
las palabras de un gran empresario agrícola convencido de que, para que la
agricultura de California resulte rentable, debemos crear y mantener a un
contingente de peones. Si está en lo cierto, California deberá renunciar al
simulacro de gobierno democrático que todavía sobrevive en este estado” (2007:
8).
“Los
agricultores de California, que han sabido utilizar muy bien a los trabajadores
emigrantes, están creando lentamente una estructura humana que, sin duda,
transformará este estado y que, si se maneja con la crueldad y la estupidez que
han caracterizado el pasado, podría acabar con nuestro actual modelo económico
agrícola” (2007:11).
Estas
preocupaciones políticas de Steinbeck, relativas a los efectos del modelo de
desarrollo agrario y sus modalidades de uso del trabajo sobre la democracia y
la cohesión societal, conforman hoy una enjundiosa agenda de investigación
sociológica en los variados contextos locales donde ha proliferado este tipo de
agricultura intensiva e industrial. Este monográfico da cuenta, precisamente,
de esta cuestión explorando la regulación social del trabajo, es decir, los
procesos sociopolíticos que gestionan las contradicciones y tensiones
inherentes a la organización del trabajo bajo condiciones capitalistas y que
tienen como finalidad asegurar la reproducción de la fuerza de trabajo y las
relaciones sociales de producción.
El
artículo de Natalia Moraes, Elena Gadea, Andrés Pedreño y Carlos De Castro
(Departamento de Sociología, Universidad de Murcia) señala y explora las
convergencias productivas, reproductivas y societales que cabe encontrar en los
diferentes enclaves de la globalización agroalimentaria, preguntándose por la
emergencia de nuevas formas y nuevos mecanismos de regulación transnacional de
las condiciones laborales.
El
artículo de Gioconda Herrera (Área Sociología, FLACSO-ECUADOR) parte de una
aproximación de género a las actuales migraciones transnacionales planteando
que esta relación entre género y
migración no es tan nueva y que debemos revisitar los viejos debates sobre género
y transformaciones de la estructura agraria que se produjeron en América Latina
y, principalmente, en la región andina en los años 1970 y 1980 para entender
los cambios ocurridos con la migración internacional, sobre todo, en las
experiencias de circuitos migratorios en donde se enlazan procesos de migración
interna y externa.
El
artículo de Juan Iglesias (Instituto Universitario de Estudios sobre
Migraciones Univ. Comillas, Madrid) presenta una propuesta de análisis de las
condiciones de precariedad de los trabajadores inmigrantes. Una propuesta que,
recogiendo algunas de las principales aportaciones de la tradición teórica
existente y algunas de las principales especificidades que la condición
inmigrante tiene, plantea nuevas formas de abordar teóricamente la nueva
precariedad étnica. De esta forma, para analizar la nueva precariedad
inmigrante se presenta un modelo interpretativo que trata de vincular las
condiciones de vida y trabajo precarizadas de los inmigrantes con los procesos
estructurales económicos y sociales, que están en la génesis de esas
condiciones de precariedad de los trabajadores inmigrantes y, en última
instancia, de la consolidación de un bloque social proletarizado y étnicamente
estratificado en el interior de la estructura social de los países
desarrollados.
El
artículo de Kim Sánchez (Área de Antropología, UAEM, México) aborda la cuestión
de los intermediarios laborales agrícolas desde una perspectiva novedosa,
planteando que su análisis en el medio rural exige explorar no sólo sus
funciones económicas en la movilización y control de la fuerza de trabajo, sino
también sus funciones sociales y culturales en su interacción con empleadores y
jornaleros agrícolas. Estas reflexiones surgen del análisis de una clase
particular de intermediarios laborales, los capitanes, quienes se encargan de
reclutar jornaleros temporales y organizar cuadrillas para la cosecha de
hortalizas en el valle de Cuautla, en el estado de Morelos en México. A partir
de este estudio de caso se propone considerar a otros intermediarios laborales
bajo un enfoque multidimensional, pues abre nuevas perspectivas para el
análisis de las complejas articulaciones entre comunidades abastecedoras de
mano de obra y el sector de la agricultura comercial capitalista, máxime cuando
estos ámbitos laborales son nichos migratorios y espacios privilegiados de
relaciones interétnicas.
El
artículo de Sara María Lara (Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM)
analiza cuatro casos dentro del contexto mexicano que dan cuenta del desarrollo
de una agricultura sumamente moderna que está en manos de grandes empresas
conectadas al capital global. Esta conexión de la agricultura local y el
capital global está generando fuertes procesos de movilidad y circuitos de
distinta naturaleza y con elevada densidad relacional en los cuales intervienen
grupos diferentes (locales y migrantes, indígenas y mestizos, migrantes de
retorno, circulares o población asentada).
Alicia
Reigada (Grupo de Investigación GEISA, Universidad de Sevilla) plantea en su
artículo un análisis de los procesos de reorganización del mercado de trabajo
en el cultivo intensivo de la fresa en Huelva, un caso especialmente
ilustrativo para conocer el modo en que se plasman, en un contexto local
concreto, la intensificación de la agricultura y la acentuación de las formas
flexibles de producción, la implantación de nuevas políticas de contratación y
gestión de la inmigración a través del sistema de contratación en origen de
cupos de mujeres procedentes de Europa del Este y Marruecos y la creciente
feminización y fragmentación de los mercados de trabajo.
El
artículo de Juana Moreno (IESA-CSIC) también tiene como marco la agricultura
intensiva onubense y el sistema de contratación en origen centrándose en indaga
en las migraciones temporales de mujeres marroquíes. Igualmente adopta una
perspectiva de género, que permite observar cómo las relaciones asentadas sobre
un diferencial de poder entre los sexos atraviesan los procesos económicos,
sociales y culturales que conforman las migraciones, junto con otros sistemas
de estratificación como la clase o la nacionalidad.
Mónica Bendini, Norma Steimbreger y Martha Radonich
(GESA, Universidad Nacional del Comahue, Argentina) analizan las migraciones
estacionales en una cadena frutícola de una región de producción intensiva bajo
riego en el Sur de Argentina orientada al mercado mundial, con elevados
requerimientos de migrantes estacionales y con opacidad en los registros y en
las imágenes sociales. Se presenta una propuesta teórico-metodológica crítica
que mediante la ruptura de lo obvio procede a construir datos y hallazgos para
desnaturalizar representaciones y desmenuzar las situaciones a través de la
combinación de procedimientos metodológicos.
Roberto
Benencia (CONICET y Universidad de Buenos Aires) presenta en su artículo un
minucioso proceso histórico de implantación de trabajadores bolivianos en la
agricultura argentina, y concretamente en la horticultura en fresco. Mostrando
la importancia de la constitución de enclaves étnicos en distintos territorios
hortícolas de la Argentina, los resultados de su investigación muestran
que la corriente migratoria proveniente
de Bolivia cuasi hegemoniza no sólo la oferta de mano de obra en dicha
producción en casi todos los cinturones verdes del país, sino que, además, en
algunos nichos clave domina los eslabones más importantes de esta cadena
agroalimentaria.
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