“El concepto de
mercancía constituye el mecanismo del mercado que permite articular los
diferentes elementos de la vida industrial … El punto fundamental es el
siguiente: trabajo, tierra y dinero son componentes esenciales de la industria;
dichos componentes deben de estar también organizados en mercados; estos
mercados forman en realidad una parte absolutamente fundamental del sistema
económico. Es evidente, no obstante, que trabajo, tierra y dinero no son
mercancías, en el sentido de que, en lo que a estos tres elementos se refiere,
el postulado según el cual todo lo que se compra y vende debe de haber sido
producido para la venta, es manifiestamente falso. … Esta ficción, sin embargo,
permite organizar en la realidad los mercados de trabajo, de tierra y de
capital. Esto son de hecho comprados y vendidos en el mercado, y su oferta y
demanda poseen magnitudes reales hasta el punto de que, cualquier medida, cualquier
política que impidiese la formación de estos mercados, pondría ipso facto en
peligro la autorregulación del mercado. … En lo que concierne al trabajo, la
tierra y el dinero el mencionado postulado carece de fundamento. Permitir que
el mecanismo del mercado dirija por su propia cuenta y decida la suerte de los
seres humanos y de su medio natural, e incluso que de hecho decida acerca del
nivel y de la utilización del poder adquisitivo, conduce necesariamente a la
destrucción de la sociedad” (Karl Polanyi, La
Gran Transformación, ediciones La Piqueta, Madrid, 1989, pp. 127-129).
Karl Polanyi es una
referencia teórica cuando se trata de preguntarse por la sostenibilidad social
de una determinada lógica productiva y de desarrollo económico, como lo hace el
Proyecto ENCLAVES para las nuevas áreas de agricultura intensiva en la
globalización agroalimentaria. Por ello, decidimos coordinar este monográfico
de la revista Áreas dedicado al análisis de la actual crisis global desde las
herramientas de Karl Polanyi.
Recientemente, investigadores del equipo de Murcia realizaron una visita de campo a un almacén de manipulado de uva de mesa, en el que doscientas trabajadoras (mayoritariamente mujeres) preparaban y embolsaban uva para las grandes superficies comerciales al ritmo marcado y continuo de la máquina. Igualmente también visitamos varias fincas ganadas al suelo rústico de la Sierra de la Pila a base de roturaciones con grandes maquinarias: por un lado, una plantación de lechuga de una empresa de la costa que había reubicado este tipo de cultivo en el interior de la región en busca de agua más barata y de mayor calidad, y por otro, un parral de uva de mesa planificado y diseñado racionalmente a modo de factoría vegetal. En su cuaderno de campo, uno de los investigadores de Enclaves, Carlos de Castro, escribió rápidamente sobre esta visita: “Sorprende la violencia apenas perceptible que puede ejercer sobre las trabajadoras un lugar como la fábrica. El frío, el ruido, la repetición, la vigilancia permanente que las convierte en sospechosas,... También la propia violencia material sobre el territorio por la explotación hiperracionalizada del suelo, del agua robada, etc. Y la violencia sobre los propios alimentos, las uvas seleccionadas, limpiadas, etc.” (diario de campo, 17/XII/2012). Esta observación está vinculada claramente a un análisis polanyiano como el que pretendemos realizar desde la categoría de sostenibilidad social.
A modo de Planteamiento
del Monográfico, el primer artículo recoge una aportación de Carlos de Castro y
Andrés Pedreño en la que se considera que la desdemocratización de la vida
social y económica ha constituido una condición previa a la nueva fase de
mercantilización iniciada en los años 1970. Junto con ello, los autores señalan
que los procesos de remercantilización han dado lugar a contramovimientos de
resistencia social que están contribuyendo a construir una nueva economía moral
de la multitud, que hace de la defensa de los bienes públicos una forma de
garantizar el derecho a la subsistencia y a la existencia social.
El primer bloque de artículos recoge
las aportaciones teóricas. Algunas de las principales aportaciones de los
pensadores sociales clásicos aparecieron para comprender y denunciar las
consecuencias del desarrollo de la economía de mercado al abrigo de la
cobertura intelectual que le otorgaba el liberalismo económico. Desde
diferentes ángulos, Marx, Durkheim y Weber, entre otros, realizaron una
contundente crítica a la economía del mercado y al liberalismo económico
contribuyendo así a cambiar el rumbo de la organización política y económica de
la sociedad moderna. Sus aportaciones se encuentran en la base de algunas
instituciones políticas y económicas que surgieron para proteger a la sociedad
de la lógica del mercado a lo largo del siglo XX. El renovado e impetuoso
avance de la mercantilización de la sociedad de las últimas décadas ha
erosionado dichas instituciones. La recuperación del legado de estos autores
puede ayudarnos no sólo a comprender la naturaleza del proceso de mercantilización
de la sociedad sino que además puede aportar pistas decisivas de cara a
articular una alternativa política actualmente inexistente.
A partir del cuestionamiento de la
recepción que Polanyi hace de Aristóteles, el artículo de Antonio Campillo
esboza una genealogía de la separación entre la economía y la política desde
Aristóteles hasta los liberales modernos, Marx y Polanyi. Según Campillo, a
pesar de que Polanyi reproduce en sus escritos esa separación, puede
interpretarse que sus propuestas iban encaminadas no sólo a invertir la
subordinación de lo político a lo económico sino a disolver dicha separación
por medio de la democratización de la sociedad.
En una línea similar, Jesús
Izquierdo muestra como Otto Bauer y Karl Polanyi, desde perspectivas distintas,
recurrieron al pasado para dar cuenta de otras épocas en las que lo económico
no se había constituido como una esfera autónoma de la realidad y, en
consecuencia, para demostrar el carácter artificial de dicha separación.
Por su parte, Carlos Fernández Liria
y Luis Alegre, trascendiendo las críticas de Polanyi a Marx, logran aproximar
el uno al otro a partir de los presupuestos antropológicos que comparten. Sobre
esta base, los autores proponen recuperar el concepto original de progreso de
la Ilustración que está vinculado a la extensión y profundización de la
ciudadanía y que es ajeno al desarrollo económico del capitalismo.
Este bloque termina con el repaso
que Esther Pascual hace del legado de Andrés Bilbao. Andrés Bilbao fue profesor
en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense
desde los años 1970 y fue el máximo impulsor de la sociología económica en
España basándose principalmente en un recurso sistemático a la obra de los
clásicos (Aristóteles, Smith, Mandeville, Simmel, etc.). Lamentablemente su
obra y su vida quedaron truncadas hace ya diez años por una larga enfermedad.
Esther Pascual se detiene a explorar la idea de Bilbao de que la economía
política liberal estructuró las relaciones sociales y políticas en la
modernidad. Según la autora, en la obra de Bilbao la preponderancia de la
economía en la articulación de las relaciones sociales y políticas habría sido
compartida, aunque de formas distintas, por el liberalismo y por el
keynesianismo. Esta permanente hegemonía de lo económico sobre lo político
constituiría la principal base para la crítica al liberalismo y a la modernidad
en la obra de Bilbao.
El segundo bloque pretende ofrecer
algunas muestras de la extraordinaria diversificación y expansión del proceso
de mercantilización por diferentes esferas de la realidad social. Por un lado,
se trata de un proceso de re-mercantilización de aquellas áreas como el
trabajo, la vivienda, la sanidad, la educación,… que habían sido
des-mercantilizadas por la iniciativa política y legislativa del Estado del
bienestar. Pero, por otro lado, se trata de un proceso de expansión sin
precedentes y dramáticamente imaginativo por nuevas áreas de lo social (aire,
agua, suelo, energía). En el ámbito del trabajo, no sólo se ha transferido toda
la iniciativa en la creación de empleo al mercado sino que además algunos
servicios de apoyo a los desempleados como la búsqueda de empleo también se han
privatizado. En el ámbito de la educación, el crecimiento de las escuelas y
universidades privadas parcialmente financiadas con fondos públicos ha ido de
la mano de una transformación de los criterios educativos más orientado a
cubrir las necesidades de formación y cualificación que demanda el mercado que
hacia la formación integral de ciudadanos que demanda una esfera pública
transnacional cada vez más heterogénea y compleja. Por otra parte, el
desmesurado incremento de la capacidad de producción así como su
deslocalización geográfica, la desbocada expansión urbanística y las crecientes
necesidades de movilidad asociadas a ello han aumentado la presión sobre los
recursos naturales de una manera insostenible pero, al mismo tiempo, ha
generado resistencias. Este bloque de artículos se estructura a partir de las
tres “mercancías ficticias” señaladas por Karl Polanyi: trabajo, naturaleza y
sociedad.
Por último, la financiarización de
la economía ha abierto un nuevo espacio al mercado en el que se multiplica
infinitamente la velocidad de rotación del capital. La drástica caída de la rentabilidad
de las inversiones productivas junto con las oportunidades de inversiones
financieras con amplios márgenes y rápida recuperación ha creado una separación
entre el capital financiero y el capital productivo. La progresiva
complejización del funcionamiento de los mercados financieros junto con su
predominio sobre el capital productivo ha marcado la tendencia y el curso de la
sociedad actual.
El segundo bloque del monográfico se
abre con una aportación de Pablo
López Calle en la que, tomando como referentes a Polanyi, Castel y Thompson,
traza el proceso histórico de la aparición de la fuerza de trabajo como
mercancía en España a través del análisis de algunos de los dispositivos
jurídico-políticos que se decretan y aplican para tal fin durante los siglos
XVIII y XIX.
Por su parte, el artículo de Antonio
Viñao analiza los efectos que desde los años 1970 han tenido la aplicación de
las políticas neoliberales y neoconservadoras sobre el derecho a la educación.
El artículo de Juan Manuel Iranzo
reflexiona sobre otra separación artificial: Naturaleza y Sociedad. El
liberalismo económico considera el mercado como una institución que regula los
intercambios sociales de una manera natural. Sin embargo, dicha naturalidad es
una invención del siglo XVIII que además colisiona con la Naturaleza. Para
evitar el colapso medioambiental hacia el que se dirigen las sociedades de
mercado, el artículo de Iranzo propone una reforma de los mercados encaminada
hacia el establecimiento de una economía regenerativa y estacionaria.
Siguiendo dentro del ámbito de las
relaciones entre la Naturaleza y la Sociedad, Alicia Reigada analiza la crisis
de los sistemas globales de producción alimentaria para proponer una defensa de
la soberanía alimentaria que han impulsado diversos movimientos sociales desde
una perspectiva feminista.
Por último, el artículo de Daniel
Albarracín incorpora a la teoría de las ondas largas de Ernest Mandel la
compleja articulación entre lo económico y lo político que proponía Polanyi
para dar cuenta de la historia del capitalismo en la segunda mitad del siglo
XX.
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