lunes, 25 de marzo de 2013

¿QUÉ PUEDE DECIR UNA INVESTIGACIÓN SOBRE LA SOSTENIBILIDAD SOCIAL DE LOS ENCLAVES DE AGRICULTURA INTENSIVA DE LA ACTUAL CRISIS DE LAS REGIONES DEL SUR DE EUROPA?

Finca de producción de uva de mesa en Cieza (Región de Murcia):
una fábrica racional de producción vegetal.


1.     Sobre la solución exportadora y la “devaluación interna”:
En plena crisis de endedudamiento de los países del Sur de Europa, y con el desempleo de masas abriendo una inmensa fractura social, son muchos los analistas que consideran como salida a esta dramática situación la apuesta por un modelo exportador de desarrollo económico. La endeble competitividad de las economías periféricas europeas como la española, tal y como se argumentará desde la ortodoxia económica, se debe a los elevados costes laborales y la baja productividad del trabajo, por lo que, según este razonamiento, se requieren políticas de contención salarial y de austeridad del gasto público que desincentiven la demanda doméstica y por ende estimulen las exportaciones que dinamizarán de nuevo el tejido productivo y por tanto el empleo. Dado que el precio de los productos no se puede bajar por la vía de la devaluación monetaria (al carecer de control sobre la moneda dada la estructura del euro y del Banco Central europeo), la “devaluación doméstica” (es decir, la contención del gasto público y la bajada de salarios) es presentada como un nuevo consenso en los círculos económicos y políticos para salir de la crisis[i].
La investigación que realizamos sobre el sector agroexportador levantado en las regiones mediterráneas españolas nos permite plantear la reflexión sobre la validez social del modelo exportador y de la “devaluación doméstica” como soluciones a la situación de recesión que vive en estos momentos el Sur de Europa, y concretamente España. Por ejemplo, si observamos el complejo agroalimentario que ha conocido en la Región de Murcia un enorme desarrollo a lo largo de todo el siglo XX, comprobamos el proceso de extraversión experimentado a partir de la década de los 80 en los dos subsectores con mayor presencia en la Región de Murcia. Por un lado, la industria de conserva vegetal (de frutas y hortalizas), que tras el proceso de crisis experimentado a fines de los años 70, con cierre de numerosas empresas, solamente consiguieron superar tal recesión aquellas que impulsaron estrategias de internacionalización, bien estableciendo alianzas con el capital transnacional, bien siendo absorbidas por el mismo. Por otro lado, en la pujante agricultura de producción de hortalizas y frutas en fresco fue adquiriendo protagonismo la fase de confección del producto agrícola para su conversión en producto alimentario (realizada en los denominados “almacenes de manipulado”); transformación productiva que está estrechamente vinculada a la tendencia exportadora cada vez más presente en este subsector alimentario como estrategia de inculcación de mayor valor al producto agrícola, especialmente a partir de la entrada de España en la Comunidad Económica Europea (1986) y la constitución del Mercado Único Europeo (1993).
No es nuestro objetivo realizar una evaluación de las políticas de devaluación interna como estrategia de salida de la crisis, como tampoco vamos a entrar en una discusión acerca de la naturaleza política y económica de la crisis actual. Lo que queremos rescatar de ese debate sobre las políticas de devaluación interna es que propagan una estrategia de competitividad basada en las exportaciones, en la reducción de salarios y de costes laborales y, sobre todo, en un severo disciplinamiento de la población contribuyendo a construir una mano de obra vulnerable y segmentada sexual y étnicamente. Todas estas características, vamos a sostener, están en la base del desarrollo del sector agroexportador de la Región de Murcia desde hace décadas. En última instancia, la sostenibilidad en el tiempo del tipo de sociedad y de economía implícito en el sector agroexportador es muy cuestionable. Pensamos que abordar estas cuestiones puede ser interesante para pensar críticamente sobre qué quiere decirse cuando se presenta al modelo exportador de la economía como salida a la crisis.

2.     Sobre el desempleo de masas:
El nuevo consenso de la “devaluación doméstica” suele pensar la solución del desempleo liderada por el sector privado de la economía. Por ello, la función del sector público debe reducirse a propiciar las condiciones que estimulen el crecimiento del sector privado (bajar los impuestos, reducir los intereses bancarios) y por tanto la creación de empleo. Sin embargo, desde Marx a Kalecki, pasando por Keynes, sabemos que el desempleo o el pleno empleo es una cuestión eminentemente política. El que “en unos países haya más desempleo que en otros” (G. Therborn) depende del modelo de relaciones sociales, del modelo de desarrollo y, en definitiva, del tipo de políticas que han constituido un determinado territorio.
De nuevo el estudio del sector agroexportador arroja luz sobre esta controversia. Nuestro argumento es el siguiente: el tipo de relaciones sociales movilizado en la economía agroexportador para abaratar los costes laborales se ha sostenido sobre las desigualdades de género, etnia y ciudadanía, las cuales han posibilitado la creación y recreación constante en el tiempo (pero con perfiles diferenciados de composición social de la fuerza de trabajo) de un ejército de mano de obra en la reserva como requisito indispensable para disciplinar la relación salarial y para adaptar la organización social del trabajo a las discontinuidades temporales de un tipo de producción (como la alimentaria) que por mucho que haya avanzado en su industrialización sigue teniendo una composición biológica determinante y por tanto, una dependencia de los ritmos y temporalidades de la naturaleza. En las páginas que dedica Marx en El Capital a las cuadrillas agrícolas proletarizadas en la campiña británica podemos leer: “… el campo, pese a su constante “sobrepoblación relativa”, está a la vez subpoblado. Esto no sólo puede verse con carácter local en puntos donde la afluencia humana hacia las ciudades, minas, ferrocarriles en construcción, etc., se produce con demasiada rapidez, sino en todas partes, tanto durante la cosecha como en primavera o verano, en los muchos momentos en que la agricultura inglesa –muy esmerada e intensiva- requiere brazos extraordinarios. Siempre hay demasiados obreros agrícolas para las necesidades medias de la agricultura y demasiado pocos para las necesidades excepcionales o temporarias de la misma. De ahí que en los documentos oficiales se registren las quejas más contradictorias, procedentes de la misma localidad, respecto a la falta de trabajo y al exceso de trabajo; todo al mismo tiempo”[ii]. En esta cita de Marx se está incidiendo en una dinámica de funcionamiento estructural del sector agroalimentario que fundamenta su producción sobre el trabajo asalariado. Esa alternancia entre los momentos de escasez de mano de obra y de exceso de mano de obra determina una particular gestión del trabajo en las relaciones de producción que requiere de un ejército de reserva de mano de obra.
Este ejército de mano de obra disponible es una construcción política derivada de una determinada opción específica de desarrollo del capitalismo de la periferia europea (promovida históricamente por sus élites económicas y políticas). Esto explica que la eventualidad en las relaciones de trabajo haya sido un hecho constitutivo de los ciclos expansivos de las economías del Sur de Europa (en la Región de Murcia, por empleo, la tasa de eventualidad no descendió por debajo del 40% de la población ocupada en el periodo expansivo entre 1995 y 2005) y que en los ciclos recesivos (como el actual) en estas regiones de secular arraigo de las relaciones eventuales de empleo, el desempleo crezca muy rápidamente hasta alcanzar cifras dramáticas[iii].
En este contexto, efectivamente, plantean los antropólogos Gavin Smith y Susana Narotzky en un estudio sobre la economía política regional de una comarca del sureste español[iv], “la invención de situaciones de crisis y la estimulación de la inseguridad general se convirtieron en medios elementales de regulación social” (p. 23), y así mismo, las densas y extensas redes paternalistas e interpersonales hicieron de la reciprocidad un factor de regulación: “A lo largo del tiempo, los derechos laborales, que se extendían hacia fuera desde la familia inmediata a la familia ampliada, los vecinos, los miembros de la comunidad, etc., se convirtieron en un componente institucionalizado de la vida diaria. Además, estos complejos conjuntos de vínculos también sirvieron para compensar la inestabilidad regional producida en parte por el clima impredecible y en parte por los ciclos comerciales, pero sobre todo por el carácter cambiante de las propias empresas” (p. 22).

Sin ramblas, sin montes y sin vegetación: fabricando el territorio para los cultivos de fruta y uva de mesa en el campo de Cieza (Región de Murcia).

3.     Sobre la construcción de alternativas:
La especialización de territorios en la producción agroexportadora intensiva conlleva intensísimos procesos de racionalización según una lógica de cálculo económico precisa y regular implícita en la implementación de un determinado sistema sociotécnico. En la Región de Murcia, por ejemplo, la reconversión varietal que está teniendo lugar en la última década hacia las exitosas variedades de la uva de mesa sin piñones es al mismo tiempo una reconversión social sobre la base de un progresivo proceso de concentración/centralización de capital. Este proceso no siendo realmente novedoso, sin embargo, se ha acelerado notablemente en las zonas del frutal de hueso y de la uva de mesa con la entrada de nuevas variedades. De tal forma que la gran empresa se erige como actor productivo prácticamente en exclusiva del territorio, lo que conlleva un empobrecimiento en términos de pérdida de la diversidad socioproductiva. Esto supone una limitación de las opciones de desarrollo. Por ejemplo, la estrategia que se está poniendo en marcha en Andalucía de apuesta por la pequeña producción agrícola orientada hacia el mercado local y el alimento de calidad[v], seguramente es inviable en aquellos territorios como los estudiados en ENCLAVES debido a la pérdida de sociodiversidad productiva derivada de la instauración de una determinada norma racional de competividad.



[i] Para una presentación de este “nuevo consenso”, véase los artículos periodísticos del Catedrático de Economía de la Universidad de Barcelona en el diario especializado Cinco Días (http://www.cincodias.com/columna/Josep-Oliver-Alonso/62/). Para una argumentación crítica del “nuevo consenso”, véase los textos del también Catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, el profesor Vicenç Navarro (http://www.vnavarro.org/).

[ii] En K. Marx, El Capital, Siglo XXI Editores de España, Madrid, 1980/e.o. 1867, pp. 867-868.

[iii] Según Eurostat, las regiones españolas de Canarias, Andalucía, Ceuta, Melilla, Murcia, Comunidad Valenciana, Extremadura y Castilla La Mancha, y los departamentos franceses de ultramar de Reunión, Guadalupe, Guayana y Martinica registraron en 2010 los mayores niveles de desempleo de toda la UE. En concreto, el departamento francés de ultramar de Reunión registró la mayor tasa de paro, con un 28,9%, seguido de las regiones españolas de Canarias (28,7%), Andalucía (28%) y Ceuta (24,1%), mientras que Melilla (23,7%), Murcia (23,4%), Comunidad Valenciana (23,3%) y Extremadura (23%) ocuparon de la sexta a la novena posición, y Castilla La Mancha (21%) compartió el décimo lugar con las francesas Guayana y Martinica.

[iv] Narotzky y Smith (2010): Luchas inmediatas. Gente, poder y espacio en la España rural, Publicaciones Universitat de Valencia.
[v] Según podemos leer en las Crónicas andaluzas publicadas en Rebelión por Manuel Rodríguez Guillen: “el Consejero de Turismo y Comercio, Rafael Rodríguez, ha puesto en marcha un Canal Público de Comercialización de los Productos Agrarios Andaluces. Esta iniciativa, que apuesta de manera clara y nítida por la economía productiva en Andalucía, evitará la concentración progresiva de las tierras ya que los pequeños campesinos obtendrán precios justos por sus productos. “Luchamos contra el dumping comercial de las grandes multinacionales de la alimentación que colocan productos extranjeros a precio de risa en nuestra tierra con el objetivo de acabar con nuestra agricultura y tener luego vía libre para monopolizar el sector” declaró el Consejero que apostó por una campaña en Canal Sur de concienciación para que la gente comprenda que la soberanía alimentaria es hoy por hoy una medida capaz de sacar a Andalucía del desierto industrial a la que está sometida.
“Apostamos con esta medida y con otras similares por el desarrollo de Andalucía y desde luego no vamos a permanecer impasibles viendo el sufrimiento de la gente, si en Andalucía no hay empresarios que arriesguen en la industria agroalimentaria seremos nosotros desde la Junta de Andalucía los que impulsemos con empresas públicas y mixtas la agroindustria y la industria de la ganadería y la pesca que hoy por hoy puede crear miles de puestos de trabajo a muy corto plazo solamente para atender el comercio interior andaluz”. “No necesitamos exportar para impulsar la agroindustria ya que somos casi nueve millones de personas las que actualmente nos alimentamos de productos que en su mayor parte no se cultivan ni se transforman en Andalucía y es la base de un mercado que mueve más de nueve mil millones de euros al año” ha asegurado el consejero”(en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=165423).


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